Procedencia
La obra fue cedida en comodato por el artista en el contexto de la exposición colectiva Épico: de Liliput a Brobdingnag (con Jorge Cabieses-Valdés), realizada en Galería Gabriela Mistral desde el 25 de marzo al 8 de mayo del 2004. Ingresó al Estado en mayo del 2008.
Sobre la obra
[…] El gran formato de las telas de Ferrer reitera con exactitud las medidas de la gran pintura histórica […] A partir del montaje de maquetas Ferrer reitera composiciones clásicas. Pequeños juguetes plásticos retoman las posturas de consagradas figuras de David, Rubens, Tiépolo y Tiziano. Y si bien estos muñecos bélicos cumplen con el ademán de los originales sustituyen la articulación orgánica de la carne por la pose esquemática y el pliegue cerámico del plástico.
El aspecto mecánico de estos nuevos héroes provenientes de la industria, desbarata la naturalidad de los modelos del neoclasicismo, manierismo y barroco al exhibir por medio del artificio toda la rigidez de su ley. Las fórmulas compositivas, la caída específica de la luz, los pliegues de los paños, las técnicas del óleo (aguadas, veladuras, pastas) y los temas de cada periodo son remedados por las telas de Ferrer para exaltar la retórica constructiva de estos modos ejemplares del arte. Con esta operación interrumpe el ilusionismo, desfondándolo de sus contenidos de verdad y realidad por la exhibición decodificada de la superficie pictórica como un sistema ensamblado de efectos.
El tema épico, político o mitológico, que arrastran las citas artísticas –El Juramento de los Horacios y Napoleón cruzando los Alpes de David y El rapto de las hijas de Leucipo de Rubens, respectivamente- es tensionado por el género de la naturaleza muerta. La condición de “cosa” de las figuritas plásticas provoca el vaciamiento del tema elevado y posibilitan el aprecio por la materia. De ahí que este conjunto de obras se titule como Still Life (naturaleza muerta) desplegando una ironía por la pérdida del sentido, pues como “cosas” les queda poco por hacer.
A diferencia del pop Ferrer no convoca exclusivamente objetos del mercado popular. Desplaza los militares de juguete coleccionables de G.I. JOE al territorio de la historia del arte europea, cuyo patrimonio –sabemos por Déotte- se ha establecido también por las colecciones del saqueo militar de guerra. Incluso nuestra primera casa local de las musas, fundada en 1880, recibe parte de la colección del Coronel Marcos Maturana quien integró, por decreto estatal, la comisión para la organización del primer Museo chileno junto con el escultor José Miguel Blanco y Giovanni Mochi, director de la academia. De esta manera, percibimos este eterno retorno de lo igual como un golpe siniestro.
Paz Aburto