Sonetos del fin del mundo

Juan Pablo Venegas
Desde 31 de marzo al 9 de mayo

GGM inaugura “Sonetos del fin del mundo”, una imagen posible de la crisis planetaria

 

El artista Juan Pablo Venegas aborda la crisis climática, con un sentido de alerta y preocupación, en la exposición “Sonetos del fin del mundo” que se inaugura en la Galería Gabriela Mistral el 31 de marzo.

Venegas dice que la muestra tuvo inicialmente un sentido “algo irónico”, pero que a medida en que fue profundizando en el problema, surgió un discurso “duro y serio” que pretende “constatar que vivimos una crisis que, a ratos, parece inevitable y que sin embargo aparece y desaparece de nuestra conciencia”.

Las obras expuestas en dos salas de la GGM hacen reflexionar acerca de la magnitud de la crisis, que a juicio del artista proviene de un problema sistémico y estructural que supera a las personas y a los países. “La muestra apela a compartir esta sensación de que hay un problema que trasciende los estados-naciones asociado a la forma de producción global: transnacionales, grandes corporaciones, grandes grupos económicos”, dice.

“Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, una frase atribuida al filósofo Fredric Jameson, está en la entrada de la galería y, tras ella, ocho displays que muestran el impacto de la actividad humana en distintos niveles: pérdida de glaciares, de bosques, emisiones, avance del desierto, etc.

Juan Pablo Venegas trabajó con ingenieros en una aplicación de Inteligencia Artificial, que compone los versos del “Soneto del fin del mundo”. La aplicación fue alimentada con papers científicos, creando una red que reacciona a medida que cambian los datos de un panel que ocupa la segunda sala de la GGM. En ese panel se registran las temperaturas del planeta. Cuando en un sitio sube o baja respecto de los rangos históricos, se va desplegando el soneto que termina, siempre, con un último verso proveniente del Apocalipsis.

Esta especie de estación climática que traduce datos en forma de verso, el artista la explica como “pequeñas dosis de apocalipsis”. Cada vez que se escucha un verso, se mueven cuatro cucarachas doradas sobre una piel de chivo negra en un plinto. Cuatro cucarachas, como los cuatro jinetes del apocalipsis.

“El origen de la obra, la sensación original, tiene que ver con el Covid y una experiencia de fin de mundo. Es una elaboración, quizás en su origen, producto de una crisis personal, colectiva y global”, explica Venegas.