“Para nosotros fue primero la fotografía que el alfabeto. Antes que el silabario abrimos un álbum de fotografías familiar”. Estas líneas, escritas por Willy Thayer y reproducidas en el catálogo de “Photo Album”, ejemplifican la importancia e intensidad de la materia que dio forma a la reciente muestra de Bernardo Oyarzún: los retratos de familia. Aquellas imágenes donde, según el filósofo Sergio Rojas, “algo comienza a faltar y donde la mirada se posa buscando más bien lo que falta que lo que está”. “Me interesa hacer notar que la que está en la exposición es MI familia. Yo no estaba aquí como un antropólogo, sino mostrando personas que son muy importantes para mí, pues tienen una relación directa con mi vida”, asegura el artista. No es la primera vez que Bernardo Oyarzún (35), licenciado en Arte en la Universidad de Chile, utiliza su imagen y la de su entorno como materia de trabajo. En “Bajo Sospecha” – 1998, Galería Posada del Corregidor – trató la visión estigmatizada del mundo indígena a través de su retrato hablado (ejecutado por un perito de Investigaciones), una ficha fotográfica de tipo delictual y un despliegue de rostros familiares relacionados con el “inculpado”. -¿Cómo se enlazan estas dos muestras? – El vínculo desde el punto de vista plástico es mi presencia como referente, aunque en “Bajo Sospecha” tenía un rol más protagónico y el tratamiento era fuerte y agresivo. Ahora, en “Photo Album” trabajé con materiales que se aglutinan de manera más poética. Como la historia familiar es muy intensa y se expresa por sí sola, me detuve en los materiales que contenían la obra y la armonía entre ellos. SAN CARLOS DE ÑADI Y EL PASEO AHUMADA Las raíces de Oyarzún se remiten a San Carlos de Nadi, un pequeño poblado ubicado a 60 kilómetros de Puerto Montt, antiguo asentamiento de familias huilliche. Enfrentados a una difícil sobrevivencia tras la colonización alemana, los padres de Bernardo Oyarzún emigraron a Santiago, a la comuna de Cerro Navia, donde se instalaron en precarias condiciones. “Eran campesinos que viajaron a un lugar absolutamente desconocido y ajeno, con la intención de poder educar a sus hijos. Mi padre trabajó de jornalero hasta que aprendió la carpintería y se empleó de maestro”. El montaje de Oyarzún se estructura en tres espacios visuales de gran simplicidad. El foco central es una gran fotografía digitalizada – tomada el año 1955 en San CARLOS DE Ñadi -, donde aparece un grupo familiar en torno a Pascuala Santana Naíl, abuela materna del artista. Se sobrepone a la foto un plano iluminado del centro de Santiago, con la idea de “conectar y simbolizar la migración no sólo de mis padres, sino de cientos de familias que llegaron en tren, a caballo o caminando a la capital, para ser la mano de obra que levantó sus edificios”. A un costado hay una instalación donde se entrecruzan placas de piedra con los nombres de calles céntricas de la capital con otras inscritas con los nombres de las anónimas personas que aparecen en la fotografía de 1955, “un homenaje inútil en memoria de quienes nunca serán lapidados en las calles”. Finalmente, dos proyectoras enseñan, a distintas velocidades, cien fotografías de la familia de Oyarzún, en distintos tiempos y lugares. Un símil que permite “hojear” el álbum familiar. -Has elegido ser protagonista de tu propia producción plástica. – Siempre uno lo es, aunque en mi caso es más evidente. En cualquier obra la esencia y briografía del artista son muy importantes, pero yo lo llevo a un mayor grado de elocuencia utilizando mi propia imagen y la de mi familia como modelo. De alguna manera es una “sobreexposición”. -Es una opción que tienen sus riesgos. -Así es. Cuando se empieza a tratar la propia familia como tema es importante mantener una distancia para poder intervenir plásticamente. Para que las emociones no te traicionen. – ¿Cómo fue el proceso de gestación de la obra? -Fue un proceso muy intenso. Investigué durante bastante tiempo hasta descubrir imágenes y detalles de mi historia que desconocía, como mi vinculación directa con una familia huilliche, a través de mi abuela materna. De alguna manera fue como una “autoterapia”, pues la investigación me ayudó a salir de una etapa en que me sentía muy tímido y desvalido. Lo superé a través de mi trabajo y del conocimiento sobre mis orígenes. ARTE Y REIVINDICACIÓN Según Luisa Ulibarri, directora de la Galería Gabriela Mistral, “Oyarzún muestra con una fenomenal economía de medios un problema antropológico y visual, resuelto con un lenguaje plástico de excelencia estética, de síntesis y de emotivo – y a la vez radical – contenido reflexivo”. “Es muy interesante la descripción del cruce intercultural que hace Oyarzún a través de un relato emotivo que se conjuga con una estética muy sintética y contemporánea”, dice Ulibarri. “Es un trabajo que evita todo exceso de descripción y va a lo esencial, pero no tiene la fría analítica hiperracional del arte contemporáneo. Permite cierta emotividad”. De personalidad transparente y amable, Oyarzún presenta un cuerpo de trabajo riguroso, pero no pretende sumirse en eruditas disquisiciones académicas. “Trato de hacer un sistema de relaciones sencillo para que cada espectador pueda hacer una lectura personal”. -¿Qué lugar ocupa el concepto de “reivindicación” en su obra? -Mis obras surgen de mis propias necesidades internas, más que de la inquietud por reivindicar cosas. No es que sea insensible al problema mapuche ni que desconozca que tiene que ver con mi historia ancestral, pero mi lugar es otro. No me corresponde producir una gestión política, sino dar una mirada más profunda, que se relaciona con un cambio cultural. Oyarzún rechaza con firmeza la posibilidad de presentar una obra oportunista. “Estoy tranquilo con lo que hago. Es un trabajo artístico y profesional que tiene sutileza y poesía. Mucha metáfora visual y contenido variable que está disponible para la lectura. El oportunismo es más blando, directo, liviano”. EL RITO DE LA FOTOGRAFÍA Matrimonios, bautizos, cumpleaños. Guaguas y abuelos. Imágenes desvaídas y otras llenas de color. Las fotografías proyectadas sobre las murallas blancas de la Galería Gabriela Mistral muestran instantes de historias interrumpidas que no volverán atrás”. “No se trata de que “Photo Album” no pueda retener el instante, sino que, precisamente porque sólo trata con lo instantáneo, a la manera de un inventario, no logra salvar la historia.”, dice Sergio Rojas en el catálogo de la muestra. -¿Cómo definiría su relación con la fotografía? -Tengo una relación muy bonita con ella, casi amorosa. Para mí la fotografía es la materia, lo que contiene mi obra. Es un referente de instantes, un objeto con algo de magia. A futuro, Bernardo Oyarzún seguirá trabajando con la memoria de sus ancestros. Uno de sus proyectos tiene que ver con los vestigios de la cultura huilliche que suelen aparecer en los potreros de la X Región cuando los campesinos cultivan la tierra. “Son como manchas oxidadas en medio del barbecho…”.
Photo Album
Bernardo Oyarzún
Junio 1999