Continuando con la idea de dar acogida a la expresión de las diferencias y a no seguir los lineamientos del mercado, el martes 25 de abril de 1995, a las 19 horas, la Galería Gabriela Mistral, entonces de la División de Cultura del MINEDUC (Alameda 1381) inauguró la exposición de los artistas Rosa Velasco y Claudio Herrera. “Con esta exposición hacemos una apuesta a los artistas con poco curriculum pero avalados por la continuidad y el proyecto de sus trabajos. La labor de nuestra galería es dar a conocer propuestas que no son comerciales o no tienen espacios donde mostrarse para así ir formando nuevas sensibilidades”, señaló Cristián Murillo, curador de la muestra. Un buen ejemplo de lo significativo de esta línea es que tres artistas que expusieron el año pasado en Galería Gabriela Mistral (Nury González, Pablo Langlois y Alicia Villarreal) fueron llamados por el destacado curador norteamericano Dan Cameron para una exposición internacional. El trabajo de Rosa Velasco se puede caracterizar dentro de cierto ánimo minimalista, ligándose de manera significativa a lo que se denomina instalación. Sus obras contienen la idea de acromo, ya que sus colores son el gris y el blanco. Los elementos con que trabaja son la arcilla, el vidrio, la madera y el cordel, entre otros. Como quién fabrica masa para empanadas, la artista elabora unidades mínimas de significación y detiene el amasado donde el gesto revela una torsión. En otras de sus piezas el amasado busca revolver para formar otro cuerpo, aludiendo tal vez a su pasado de ceramista. Así, Rosa Velasco plasmó su visión en una serie de dispositivos giratorios colocados en el muro. Espejos, lupas y bastidores jugaban mostrando sus dos caras. Por un lado masas cruzadas con cordeles y por el otro un alfabeto producido por las amarras. También sobre ruedas había una serie de cajas de zincalum, en cuyas cajuelas se guardan blancos hechos con chuño, sal, harina, sapolio y otras sustancias. Las obras de Claudio Herrera estaban hechas con técnica mixta. El lápiz grafito, la cera, la tinta promovían una yuxtaposición de imágenes reducibles a una mirada automática del dibujo. Este liga la forma y el concepto con interpretaciones discursivas de la historia social, de la filosofía, de la estética y de la política. Tal tratamiento sobre el papel, el grumo suturando el espacio, el entrelazado riguroso en detalles lineales hacían recordar las composiciones de Twonbly, Dubuffet y Tobey. El proyecto plástico de este artista es un seguimiento y una continuación del criticismo socio-estético inaugurado por el futurismo y el dadaísmo, para luego dar paso a regímenes objetuales del arte. Su trabajo invita a una mirada pedagógica donde el juego simbólico del dibujo es llamado a ser aprendido como un escenario complejo en significados.
Nido de rosa – Weisse rose /Una historia italiana – Wille zur macht
Rosa Velasco, Claudio Herrera
Abril 1995