Muzak

Leonardo Casas, Carla López, Freddy Pinto
Agosto 1998

Tres propuestas diferentes que abordan desde la escultura, el grabado y la fotógrafa la concepción económica, social y cultural que se vive en nuestro país, exhibieron en la Galería Gabriela Mistral del Ministerio de Educación los jóvenes artistas, licenciados en Arte, Carla López, Freddy Pinto y Leonardo Casas. La muestra se inauguró el 25 de agosto de 1998 en Alameda 1381, bajo el nombre de “Musak”, palabra que se usa para identificar la música ambiental para lugares públicos. Esta reunió tres cuerpos temáticos de trabajo: el objeto para desear y consumir, la imagen impresa como reguladora e instauradora de patrones constantes en la moral de la comunidad y el registro como mistificador y su degradación social paulatina. En este ámbito se insertó el trabajo de la escultora Cara López que parte de tres ejes: el replanteamiento del objeto, la desproporción entre el objeto y el hombre y el uso de los materiales con respecto a los falso del objeto, que en este caso es el polietileno extendido o plumavit. “La manipulación de las imágenes como objeto de consumo comercial, su serialización indiscriminada y la sátira de una sociedad que elude las pulsiones de lo humano, une la propuesta “Musak”, señaló Luisa Ulibarri, entonces Directora de la Galería Gabriela Mistral. “Cuando se dice que Marcel Duchamp puso bigotes a la Gioconda, en un gesto kisch no es certado. Lo que hizo Duchamp fue instalarle los bigotes a la representación serializada y “consumística” de la Mona Lisa, También es la ironía que rescatan estos artistas”, reflexionó Ulibarri. OBJETOS GIGANTESCOS Utilizando la desproporción de los objetos, Carla emplazó cuatro montajes que emulaban el criterio comercial y estilístico usado en los grandes centros de consumo. En un montaje exhibía una vitrina, como las comerciales, con un par de zapatos gigantes en su interior, instalada sobre una alfombra de sisal cuya guarda tenía diseños de billetes. En otra, mostraba una maniquí esbelta de dos metros de altura versus la decadencia del fast food, también sobre una alfombra donde había una gran cita de la obra de Boticelli “El nacimiento de Ben”. Además, presentó una serie de accesorios netamente femininos como carteras y zapatos; todo ello en un gran juego de desproporciones. Los otros dos montajes que completaban la obra de esta artista fueron la vitrina con un enorme frasco de perfume en su interior que involucraba la desproporción del producto que lo decora; y otra con una corbata y un maletín exageradamente grande, que pretendía una reflexión en torno al objeto trivial, “porque este es un juego de trivias que se ha toma más en serio de lo que corresponde”. Al poner los objetos falsos frente a la realidad del ser humano, la artista pretendía hacer un parangón respecto a los materiales. La utilización del polietileno expandido, más conocido como plumavit, tratado con resinas y pinturas metálicas, lograba el mismo juego falso entre el objeto y su relación con el hombre. LA FOTOGRAFÍA DE PINTO Freddy Pinto, por su parte, plagia la fotografía publicitaria de restoranes, fuentes de soda, de catálogos de compra y de lugares públicos que presentó en cinco series temáticas, que van narrando el detrimento del producto. Fueron veinte fotografías hechas en material transparente, instaladas en cajas de luz como fuentes luminosas y adosadas al muro de la Galería, que de alguna manera se asemeja a los patrones de avisaje de tiendas y mall. “Mi trabajo consiste en una emulación de este tipo de fotos publicitarias, que trabajadas mediante una serialización del mismo tema, se van degradando aún más”. Estas incluían, además, un elemento inesperado que hacía que la imagen totalmente pulcra se degradara. Según Pinto, el criterio de este trabajo fue usar aquellas imágenes que fueran más propagandísticas, en el sentido de irradiar una mayor cantidad de valores. Una imagen limpia y pulcra absolutamente banalizada y que se encuentra generalmente en todo tipo de restoranes, “yo mediante la serialización y un elemento inesperado que le agrego, la degrado y produzco un descalce de esta”. ENSAMBLE GRÁFICO Leonardo Casas, con especialidad en grabado, planteó en esta muestra un ensamble gráfico que ópticamente produjo varias lecturas. El contenido visual propuso el uso directo de imágenes de revistas dedicadas a la vida doméstica y de catálogos de distinta índole. Mostró una obra de 432 piezas, montadas sobre tulipanes en una suerte de collage, adheridas al muro, que ocupaban una pared completa de la Galería. Eran recortes de revistas que se pegaron directamente, intervenidos mínimamente con pintura. El artista usó aquellas imágenes más propagandísticas que irradiaban la mayor cantidad de valores del sistema imperante y que colocadas una al lado de la otra saturaban el espacio de la obra, mostrando la agresividad de este tipo de íconos. Utilizó imágenes previamente manipuladas en una nueva forma de escritura, que “al ponerlas todas juntas me garantiza que se van a poder hacer una suerte de relaciones más simples que las comerciales que hace uno en su propia mente. Digamos que cambia la visión de la gente frente a ese tipo de imágenes comerciales, al sacarse del contexto de la revista o el afiche y comienza a actuar como verdaderos íconos fantasmales”. Según el catedrático Luis Cecereu, las obras de estos tres jóvenes artistas proyectaban una transgresión de la complacencia. “Hay un imaginario muy coherente, muy organizado como escritura, por lo que es posible proponer al destinatario una serie de circuitos en que se genera una reiteración bastante dura, obsesiva (Casas y Pinto), poco matizada (López), lo que hace más duro el conjunto y cada una de sus partes. Se mezclan citas y elementos que van por debajo: lo subliminal pasa la información directamente a la conciencia sin filtrarla. Eso es lo que motiva ciertos actos, como el hecho de comprar sin saber por qué”.