A partir del 2002, Galería Gabriela Mistral se propuso profundizar el intercambio internacional a través de al menos una invitación anual a un artista de reconocida trayectoria, centrándose fundamentalmente en la región latinoamericana, posibilitando así el contacto de los artistas nacionales con obras de circulación internacional. En este sentido, Kcho pertenece a la nueva generación de artistas cubanos, que han desarrollado una importante presencia a nivel internacional de la mano de los curadores e instituciones de arte más importantes del momento. Al referirse a la obra de Kcho, el curador y crítico cubano Gerardo Mosquera ha señalado “Su intimidad con la naturaleza es absolutamente natural, espontánea: alguien crecido entre matas y palos que ahora hace arte con ellos. Un ‘campesino’ land artist y artista ecológico, un arte Povera entre los pobres. Porque su naturalidad ingenua está modulada por una visión de artista contemporáneo. No estamos ante un naif… ” El artista ha desarrollado una destacada carrera en los últimos 6 años, después de darse a conocer internacionalmente en la V Bienal de La Habana, con la obra La Regata (1993-94), una intervención compuesta por cientos de pequeñas embarcaciones realizadas con madera, papel, zapatos viejos, cáscaras de huevo, etc., dispuestos en el piso de una de las bóvedas del Castillo de los Tres Reyes del Morro. La Regata es la primera obra en que aparece el bote o balsa, y en ella podemos encontrar una alusión a la crisis de los balseros que en ese momento llegaba a un punto crítico debido al elevado número de muertos que arrastraba, y también a la salida de los artistas cubanos de la isla. Las embarcaciones de Kcho nunca llevan gente en su interior, ya que para él, cada objeto flotante es como una persona con sus propias particularidades. De esta obra, el crítico cubano José Manuel Noceda ha dicho: “ La Regata pudo conjugar rizomas de una historia personal condicionada por una doble insularidad – nacer en una isla dentro de otra isla – o de esa otra historia mayor del Caribe. Sus naves precarias, amontonadas en un éxodo sin rostro definido, connotaron que la historia del viaje no respeta jerarquías, ni atañe a una realidad precisa. De ella aflora una imagen real muy distinta de la piedad confortante con que se miró y se mira al Caribe, desde los tiempos remotos en que viajeros y misioneros edificaron una visión mal imaginada de esa porción del Nuevo Mundo. Por eso, la afirmación más importante implícita más allá de las circunstancias locales premonitorias del desplazamiento, fue enfocar la dramaticidad ancestral y contemporánea contenida en toda travesía”. Desde entonces, la obra de Kcho se ha caracterizado por trabajar una imaginaría visual que se centra en elementos como el bote, los remos, las propelas, las hélices, los neumáticos. Una de sus obras más monumentales y conocidas es Para no olvidar en la que utiliza un viejo muelle de madera sobre miles de botellas de vidrio de todos colores, elementos que aluden tanto a los procesos y problemas de la migración que afectan a Cuba, como a la comprensión del espacio geográfico para quien ha nacido en una isla con el mar como frontera ineludible, o a la idea general de la migración y el desplazamiento, el viaje al exilio, o las nociones de territorio e identidad, más allá de la posibilidad real de llevar a cabo un viaje. Estas ideas se plasman en dibujos, instalaciones o piezas escultóricas realizadas con materiales encontrados y desechos, asociados a referencias autobiográficas como la profesión de carpintero de su padre, o la utilización de sus propios libros escolares. Una cierta carga irónica y política no deja de estar ausente en su obra: La peor de las trampas (1991) consiste en una escalera ascendente cuyos escalones son machetes con los filos hacia arriba, coronada por hojas de palmera (el árbol nacional cubano). Kcho ha trabajado la obra del destacado pintor cubano Wifredo Lam, el artista soviético Wladimir Tatlin y el escultor rumano Constantin Brancusi como referentes fundamentales para el desarrollo de su trabajo. A principios de siglo, Tatlin diseña el famoso Monumento a la III Internacional, proyecto encargado en 1920 por el gobierno soviético, torre que debía superar en altura a la construida por Eiffel en París. Concebida como un juego de formas geométricas realizadas en cristal, con un eje que simulaba una inclinación del eje terrestre y con sus tres pisos que completarían su rotación anual, mensual o diaria. Este proyecto, que nunca llegó a concretarse, es vinculado por Kcho al concepto de utopía, y dio origen a la pieza A los ojos de la historia (1992) en un momento en que aparentemente se decretaba la muerte de las utopías. La Torre de Tatlin aparecerá constantemente desde este momento en la obra de Kcho, al igual que una de las obras más significativas de Wifredo Lam, La Jungla (1942-1944), a la que Kcho rinde un homenaje a partir de la creación de su propia Jungla, rescatando y reafirmando la idea de Lam de su pintura “como un acto de descolonización”, a través de la construcción y disposición de decenas de “torres de Tatlin” realizadas en júcaro y marabú, materiales propios de la isla de Cuba. El tercer referente es la Columna Infinita, escultura realizada por Brancusi en 1937, que es revisitada por Kcho a partir de la idea perseguida por el escultor rumano de verticalidad, simplicidad de las formas y captación del sentido íntimo de las cosas. En Kcho, la Columna Infinita se comienza a manifestar desde el año 1995 a través de acumulaciones verticales de elementos recogidos de aquellos lugares por donde transita; como señala Corina Matamoros, curadora de arte contemporáneo del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, “ las suyas son columnas de las circunstancias y las emociones… poseen, además, una cierta dimensión temporal: al estar realizadas con objetos caros al artista, como barcos, maderas, etc., pero también por objetos tomados de las ciudades donde despliega sus obras, las columnas de Kcho son testigos de desplazamientos espacio-temporales que conforman su experiencia de vida y de creador”. El proyecto exhibido en Galería Gabriela Mistral entre el 23 de octubre y el 30 de noviembre incluyó una instalación con botes, remos y máscaras africanas que alude a la obra del maestro cubano Wifredo Lam y que da nombre a esta muestra; una serie de dibujos sobre tela pertenecientes a la serie titulada Canaima (nuevamente en un claro homenaje a Lam); y la realización de una obra específica para la galería.