En la exposición ambos artistas definieron su proyecto como un recorrido poético por los grandes proyectos utópicos de la historia de Chile. La exposición, explicaron, se genero a partir de una poética de la memoria y se materializo, entre otras vías, a través de un fuerte énfasis en el contrapunto que surge de la contratación entre los referentes icónicos de origen documental frente a la tradición pictórica del arte chileno. Las diferencias entre ambos artistas están en los soportes que utilizan: Manuel Torres apela a la pintura en tanto Soro contempla en su obra el uso de audiovisuales, elementos de gráfica y trabajos bidimensionales. La obra de este último se divide en tres fases que conforman una metáfora geográfica. En primer lugar presenta el Centro que es una especie de laboratorio de mediciones antropomórficas como metáfora de la identidad nacional. En un segundo sector presenta el Norte a través de una pintura que muestra el enfrentamiento ente la naturaleza y la energía y que se complementa con elementos audiovisuales. La tercera fase se refiere al territorio de lo húmedo, la vitalidad y la tensión entre lo vegetal y la energía producida artificialmente. Manuel Torres, a partir de la recreación y la interacción de tres formas pictóricas, construye series y conjuntos de pintura al óleo sobre lino con los géneros más convencionales de la historia del arte relacionándolos con el pasado de Chile: el paisaje, representado por el desierto y las salitreras abandonadas; la naturaleza muerta compuesta por los objetos recolectados entre los desechos de ese pasado industrial, y el desnudo humano que juega el papel de contraponerse a las imágenes desérticas, ya que está configurado sobre un imaginario húmedo y acuático.
Estación Perdida
Manuel Torres, Mario Soro
Septiembre 1995