El tesoro de la juventud

Pamela Cavieres, Alvaro Montecinos, Jorge Opazo, Mario Z
Enero 1996

Pamela Cavieres presentó una obra compuesta por una serie de 86 bloques de yeso, del tamaño de una baldosa, sobre el que se superponían impresas por distintos sistemas (serigrafía, traspaso directo con solventes,etc.) una vista aérea de la ciudad de Nueva York y una vista en contrapicada del Partenón en Grecia. Algunos de estos bloques estaban contenidos en unas cajas de aluminio, fabricadas por la misma artista, a las que no le son retiradas los clavos de los remaches usados en las uniones. Este trabajo se emplazó en el suelo y se disponían como un tablero de ajedrez de manera que entre cada bloque hubiera un hueco de igual medida que uno de ellos. Otro muro soportaba una serie de cajas también de aluminio, de pequeño formato, que atrapaban en resina poliester una cantidad de miniaturas del capitán América. Cuerpos enteros y trozos de cuerpo, contenidos en un grueso bloque de resina. Estos juguetes atrapados remedaban el friso griego y a los cuerpos atrapados tras las vitrinas de los museos. Álvaro Montecinos, por otro lado, trabajó una serie de libros que sometió a distintos cortes en una guillotina de imprenta. Cortes en diagonal, cortes a media página hasta cuatro o cinco cortes por libro hasta reducirlos a pequeños cuerpos que serán dispuestos sobre ‘plintos” de base 40 x 40 cm. aprox. ( de distintas alturas ) confeccionados en madera de trupán. Estos pequeños trozos de libros han perdido toda su función como tales, y se presentaron como textos inconexos contenidos en bloques de papel de formatos variados. En estados de deshidratación también distintos y en conjuntos de formas cargadas de sentido y poesía. Jorge Opazo presentó una instalación hecha con distintos objetos; maderas encontradas, fotografías recogidas en viejos álbumes familiares, alambre de construcción, lana, latas, etc. Todas estas piezas se articularon desde el concepto de paisaje. Esto sirvió para reasignar sentido a cada uno de estos elementos y al conjunto. Mario Zeballos presentó cuatro pinturas de formato medio (160 x 150 a 180 cm.). En ellas se cruzaron distintos imaginarios: dibujos tomados de las portadas de la revista Rosita, compradas en librerías de revistas de segunda mano; chistes de revistas extranjeras de los años cincuenta; imágenes congeladas de las caricaturas de televisión de los años setenta (Tom y Jerry, etc.); y textos tomados al azar. Todas estas “partes “ enfrentadas sobre la tela articulaban la obra.