Procedencia
La obra fue cedida en comodato por la artista en el contexto de la exposición colectiva Sala Elefante (con Josefina Fontecilla y Elisa Aguirre), realizada en Galería Gabriela Mistral desde el 6 al 30 de enero de 1998. Ingresó al Estado en abril del 2002.
Sobre la Obra
Las esculturas de Kika Mazry son monumentos que no monumentalizan nada, juguetes con los que no se puede jugar. Tienen una función no tan plástica como discursiva, para ratificar un diagnóstico sobre el estado actual de las simbolizaciones urbanas. Su juego, si lo hubiere, consiste en poner de relieve un desfase entre el sentido originario de la representación escultórica –“representación mística”, según anota la autora en su proyecto para una exposición anterior- y la función actual del monumento público: la de ornamentación cultural “vinculada a las estrategias de poder”. Estos arcos de escala reducida y de referencias clásicas han sido construidos en madera aglomerada, pintada por lo demás con los colores básicos de los juegos “racionales”. El gesto pretende añadir ironía a una situación que la tiene de sobra: la sostenida tendencia nacional -latinoamericana, dirán otros- a reproducir formas -plintos, capiteles, columnas, arquitrabes- en contextos y de modos impropios. Los trabajos de Kika Mazry se ponen deliberadamente fuera de todo lugar -la galería de arte apenas lo es- para dar cuenta del lugar equívoco del modelo. […] Es un hecho que las esculturas de Kika Mazry jibarizan las formas monumentales de tradición clásica y que la perecible madera pintada es en su caso una parodia picaresca del mármol o el metal.
Roberto Merino