Procedencia
La obra fue cedida en comodato por la artista en el contexto de la exposición Arqueologías a destiempo, realizada en Galería Gabriela Mistral en diciembre del 2012. Ingresó al Estado en diciembre del 2012.
Sobre la obra
En un momento en el que el pensamiento positivo es algo casi absurdo, es necesario recurrir al arte que nos recuerde que lo positivo y lo negativo son parte de lo mismo, conceptos que se ven obligados a convivir para poder configurar la realidad.
Una artista que sabe jugar dentro de los confines de esta extraña contradicción es Camila Ramírez, con la que me topé hace poco leyendo un artículo sobre jóvenes artistas chilenos. Si bien es cierto que casi todos los intentos por trasladar la utopía a la realidad han fracasado estrepitosamente, Ramírez nos recuerda que incluso en lo más profundo del pesimismo humano existe un deseo por buscar lo positivo en aquello que lo rodea.
La obra de Camila es sarcástica e irónica, cargada de una fuerte crítica política y una obvia tendencia hacia la denuncia social. Pero sus mensajes esconden en su interior restos de un cierto pensamiento utópico. Un anhelo positivista, empeñado en buscar algo que salve el sistema político actual de tal desastrosa imagen. Esta ambigüedad es lo que hace que su obra resulte tan hipnótica.
En “One Million Jobs” el sentido juguetón de su visión del mundo se torna aún más evidente. Lo más interesante, sobre todo porque encaja perfectamente con los problemas de medio mundo, es su reflexión sobre el trabajo. Ramírez sugiere, aunque sin dejarnos clara su postura, un juego entre dos conceptos: la solidaridad del trabajo colectivo y la explotación laboral. Dos conceptos contradictorios que parecen solaparse en las imágenes que componen el vídeo.
Quizás ni la propia artista sea capaz de definir la realidad. Quizás uno sea parte del otro. O quizás, en el fondo, ambos sean las dos caras de una misma moneda.
Camila Escobar