Rodrigo Vergara

La caída
2005
Elaboración de pantallas de lámpara colgante con gorras
Dimensiones variables

Procedencia
La obra fue cedida en comodato por el artista en el contexto de la exposición El Mirador, realizada en Galería Gabriela Mistral desde el 22 de mayo al 4 de julio del 2008. Ingresó al Estado el 2010.

Sobre la obra
[…] Cuando cumplió 20 años, Vergara empezó a quedarse calvo, y para intentar esconder su calvicie comenzó a usar, todos los días y a toda hora, una gorra de béisbol. Muy pronto se empezó a obsesionar con este objeto –teniendo en cuenta, por supuesto, sus connotaciones geopolíticas, ya que la gorra de béisbol constituye uno de los más insípidos símbolos visuales de la cultura norteamericana dominante- y cayó en cuenta del uso generalizado de este artículo a su alrededor. El uso de la gorra parecía trascender diferencias de edad, clase, raza, ideología, etc., convirtiéndola en un elemento visual democrático y universal, cuya omnipresencia la despojaba de cualquier significado o connotación que pudiera tener. En el pueblito del sur de Estados Unidos donde pasé mi infancia, por ejemplo, los tipos que las usaban solían jugar golf y llevar sus camisas Ralph Lauren siempre bien metidas dentro de sus pantalones, mientras que en Bogotá, las gorras de béisbol sirven casi de uniforme para los delincuentes juveniles. Si vas caminando de noche por alguna calle bogotana y alguien con gorra de béisbol se te cruza por el camino, tu primer impulso será el de salir corriendo en la dirección opuesta.

Viendo a esas masas de gente con gorras, Vergara imaginó que todos guardaban, como él, algún secreto bajo ellas. Empezó a escarbar el periódico en busca de imágenes de personas que usaran gorras de béisbol y la selección de fotografías que sacó de este ejercicio (algunas interesantes y otras no tanto) le sirvió como base para una serie de unos 100 dibujos, relacionados entre sí no por la forma o el tema, sino exclusivamente por la presencia banal y olvidable de la gorra de béisbol. […] Surrender to the night se basa en la escena de una inundación en la que un hombre con gorra de béisbol está literalmente sumergido en agua hasta la cintura, aparentemente resignado a su muerte inminente, un destino que encuentra su eco en La caída, la imagen patética de una gorra que ha caído de la cabeza de su dueño, a quien imaginamos muerto (y quien, de hecho, lo estaba). […]

Michèle Faguet