Procedencia
La obra fue cedida en comodato por la artista en el contexto de la exposición Otras miradas, realizada en Galería Gabriela Mistral desde el 6 al 27 de enero del 2005. Ingresó al Estado en febrero del 2005.
Sobre la obra
En su producción adopta un tono crítico y no pocas veces irónico con respecto a las formas mediante las cuales la medicina clasifica, juzga e interviene las sintomatologías o las expresiones de los seres humanos que se sustraen a la norma, tanto en los planos físico como emocional. En esta obra, la artista reflexiona alrededor de un asunto tradicional en la historia del arte: la Lección de anatomía. En su caso, Libia Posada la contextualiza en un momento y un lugar; así, realiza una suerte de carteleras, en apariencia kiut, pero con un trasfondo siniestro, entendiendo esta palabra como aquello que produce conmoción en tanto su carácter inusual y su efecto desestabilizador.
En sus carteleras ‘didácticas’, ubicadas en un espacio médico aséptico, la artista se vale de códigos ambiguos: tonos pastel vs. cuerpos infantiles incompletos, la ciencia como culmen de la razón vs. la violencia como paradigma de lo irracional. De esta manera evidencia la lógica del absurdo que atraviesa a la ciencia clásica, y por lo tanto, a la comprensión de la vida; así mismo, hace visible el maquillaje que encubre el verdadero nombre de las cosas. Según la artista, en sociedades inmersas en conflicto armado, “este cerco político del cuerpo se hace más evidente. No sólo somete, controla y doma, sino que se modifica y transforma./ La anatomía humana está cambiando, no sólo por efecto de la evolución natural sino como resultado de modificaciones impuestas u obligadas. La medicina y los hospitales son testigos y parte de este engranaje”.
Memoria. Libia Posada trabaja una idea de memoria que, más que rescatar un evento del olvido colectivo, se interesa por evidenciar un fenómeno que se reprime de la conciencia porque, aunque se encuentra presente, simplemente no se quiere ver. En este caso, se trata de las huellas y transformaciones que el conflicto ocasiona en el cuerpo. La obra de la artista habla no sólo de las consecuencias emocionales de la violencia, sino de indicios que no son susceptibles de disfrazarse o esconderse. Libia Posada se refiere a un olvido por omisión expresa, que se produce quizá porque la imagen que devuelve el espejo enfrenta con una realidad inadmisible, de la que nadie está exento.
Insistencia. Las carteleras ‘didácticas’ de Posada parten de la repetición fotoserigráfica de la imagen de dos prototipos –uno femenino y otro masculino– que se utilizan para enseñar lecciones básicas de anatomía a los niños. Aunque las figuras son impresas en forma serial, cada una presenta con respecto a las otras, una variación sutil, que se ocasiona por sustracción y no por adición.
Retícula. Gran parte de la producción de Libia Posada presenta la retícula como sustrato que cohesiona su obra. La cuadrícula, trazada a manera del baldosín esterilizado de los espacios hospitalarios, remite también al plano cartesiano como estructura de una razón que quiere controlar aquello que se sustrae a su campo de acción. En esta obra parecería como si las imágenes que sugieren algo que se quiere esconder en el contexto social, lograran superponerse a esa retícula modernista, relacionada con una ciencia positiva que busca que la verdad tome el carácter de una formulación ‘neutra’ y especializada, lejana de los dominios de una cotidianidad donde se expresan la carencia y las contradicciones.
Galería Gabriela Mistral