Procedencia
La obra fue cedida en comodato por la artista en el contexto de la exposición individual En nuestra pequeña región de por acá – Utopías/Distopías, realizada en la Galería Gabriela Mistral desde el 15 de diciembre del 2016 al 10 de enero del 2017. Ingresó al Estado junio del 2016.
Sobre la obra
En la exposición Informe / Balmes+Jarpa en la Posada del Corregidor (2001), volví a presentar otra bandera pintada. La anterior no la mostré en Chile y con el tiempo me pareció demasiado narrativa. La siguiente la realicé con el deseo de encontrar una imagen más eficiente, más sintética y menos literaria. Se trataba de una bandera de tamaño oficial en la que pinté una mediagua, utilizando el recurso del píxel de las imágenes digitales. La idea fue entregar el significado simbólico, a través de una técnica que denota una pretensión de modernidad tecnológica, pero reproduciendo una imagen precaria. También, seguía presente la idea del retardo producido en la pintura, cuando ésta imita otros procedimientos tecnológicos de reproducción, con una total falta de economía de sus medios. Los pixeles los pintaba cuadrado por cuadrado, preparando las mezclas de cada uno de ellos, por simple observación óptica, sin algún procedimiento más “científico”.
En la idea del pixel estaba presente otra idea, no tan temática. La tecnología digital ofrecía una solución para un viejo problema pictórico. El problema de la utilización del color y el de la representación del volumen, a través de la utilización de tonos (valores) más claros o más oscuros.
En la Historia de la Pintura estos dos problemas se alternan según la época, en lo que se denomina estéticamente “la forma abierta” y “la forma cerrada”, respectivamente, y aparecen como sistemas de representación opuestos, o más bien, excluyentes uno del otro. […]
La pixelación ofrece la posibilidad de unir ambos sistemas de representación. A través de unidades mínimas de color, se puede producir por su interacción, la ilusión del volumen y de la tridimensionalidad. Finalmente, es la tecnología la que ofrece una solución para el viejo problema pictórico de unir ambas formas, aunque sea de manera esquemática.
En la exposición Informe también aparecían dos imágenes de parejas besándose, pintadas al óleo sobre frazadas de emergencia. Una pixelada y la otra pintada desde un modelo fotográfico.
La imagen del beso irrumpía sin mucha razón de ser en esa exposición. La idea de la ésta venía visualizándola, pensando que era una imagen con muy poco registro en la Historia de la Pintura, correspondiendo más bien a la autoría cinematográfica. El beso fue una idea visual de volver a incluir a la figura humana, largamente ausente en mi trabajo.
Así, organizo una serie de besos que muestro en el Centro de Extensión de la Universidad Católica, y que llamé Pintar como querer, (título “robado” a la ponencia que Nury González presentó sobre mi trabajo para la exposición Informe), en el año 2001.
Recordé y tomé como referentes los besos del Giotto. Giotto de Bondone, pintor pre-renacentista, que utilizaba como característica poética y como recurso de tensión escénica en algunos de sus frescos, la confrontación de las cabezas de perfil. […]
En Pintar como querer, hice un análisis de esos besos para producir mis modelos fotográficos. En esa época escribí: “… El primero de ellos es el close-up del beso de Santa Ana y San Joaquín, donde las dos cabezas se fusionan en una sola la línea de contorno, este recurso visual hace que exista el beso. Este beso ideal está remarcado por la fijeza de los ojos abiertos de dos ancianos, que se miran a muy corta distancia, mientras las bocas se confunden en una sola línea de contorno. Se diría que son los ojos, en su perplejidad, donde se mantienen las individualidades de las formas.
El segundo ‘beso’, no alcanza a ser tal, pues escenifica el momento previo al beso de la Traición de Judas a Cristo. En él dos perfiles se enfrentan a una distancia mínima. Para recalcar este enfrentamiento, la figura de Judas envuelve el cuerpo de Cristo con un manto amarillo y así los perfiles se mantienen enmarcados por este plano de color.
El tercer ‘beso’ corresponde a una Pietá que se encuentra en el fresco La Lamentación. En éste María acerca su rostro de perfil al rostro de su hijo muerto, casi hasta tocarlo. Es el cuasi beso más pasional de los tres, el más cargado de emoción y tensión.
En esta serie, la línea de contorno, las unidades mínimas de color que sirven para segregar los planos (pixeles) y la mezcla de las formas a través de la gestualidad pictórica, son los modos que elijo para escenificar a los modelos recreados a partir de los tres ‘besos’ de Giotto.”
A cada uno de estos modelos les otorgué una técnica distintiva que se asociara a sus significaciones. Para el beso perplejo y contenido de los dos viejos pensé en el lenguaje del dibujo, la línea de contorno y la forma cerrada. Para el otro beso pasional y dramático, la pixelación de la imagen, es decir, la imagen formada por cuadrados de color de una dimensión visible que impidiera su reconocimiento de cerca, formando una imagen abstracta. Y finalmente, para el beso de la traición, la impresión manchística de la pintura, que busca la carnación y las características particulares de la materia en la exaltación de la materia pictórica.
Con ocasión de la exposición de la Bienal del Mercosul en el año 2001, reagrupé la serie de banderas, haciendo otras que llamé Emblemas Histéricos. Había proyectado cinco banderas de gran formato, que finalmente no pude mostrar, pues las dimensiones del muro que me habían asignado eran menores que lo que yo había proyectado. Monté dos banderas, una intervenida con la imagen de un beso y otra de frazada.
Para esta exposición en la Galería Gabriela Mistral, presento una serie de pinturas y objetos de gran formato cuyo soporte o cuya referencia es la Bandera Nacional. La serie se titula Histeria Privada / Historia Pública y consiste en cinco “banderas“ intervenidas estructural, material y pictóricamente. El formato de la bandera oficial de 3.00 metros de altura por 4.50 metros de largo, rige las variaciones formales producidas en las banderas, ya sea en su sentido horizontal o vertical, produciendo cortes que la fragmenta o la anamorfosea.
El trabajo está cruzado en su puesta en forma por un trabajo anterior, que nunca llegué a realizar y quedó en calidad de bosquejo denominado Histeria Privada / Historia Pública. La bandera chilena aparece cuestionada desde su forma (fragmentaciones en el sentido horizontal y vertical de sus proporciones), materialidad (bandera de frazada gris de emergencia), identidad visual (bandera enteramente blanca con texto) e intervención “de sentido” a nivel de las imágenes pintadas (imagen de mediagua, imagen de beso, imagen de bandera).
Estas banderas irán dispuestas en la sala grande de la galería, desplegándose a través de los muros, ocupando casi la totalidad de sus dimensiones, manteniendo como línea de horizonte que rige el montaje, el encuentro de los planos rojo y blanco, en la costura horizontal. Las banderas irán montadas como objetos materiales, clavadas al muro, sin poseer un soporte (bastidor) que les dé rigidez. […]
El trabajo propone la mezcla y tensión del lenguaje pictórico, la palabra y la materialidad de soportes como significantes que posean densidad y espesor discursivo. Las dos obras propuestas para las dos salas, aunque referidas en sus poéticas, serán antagónicas en sus estéticas, trabajando la concepción de obra monumental y de totalidades, con el otro políptico que será más bien documental y construido de pequeñas anécdotas presentes a lo largo del desarrollo de las poéticas que he utilizado en mi trabajo de obra, produciendo experimentaciones y especulaciones, un discurso de comentarios fragmentados, de materiales que se contaminan unos a otros, de una composición incierta, “desordenada” y en cierto sentido oblicua, en contrapunto a la otra sala regida por la horizontal y la vertical. Una sala Histórica y otra sala Histérica.
Voluspa Jarpa