Quadrivium

Gonzalo Díaz
Octubre 1998

Utilizando las 14 estaciones del Vía Crucis como estructura narrativa, Gonzalo Díaz exhibió en la Galería Gabriela Mistral su obra “Cuadrivium, ad u sum Delphini”, que se inscribió en un grupo de obras que trabajaba con estructura de lenguaje mediante un sistema narrativo. La muestra fue inaugurada el próximo miércoles 14, a las 19:30 hrs. En Alameda 1381 y permaneció abierta hasta el 12 de noviembre de 1998. La instalación estuvo conformada por 14 imágenes paradigmáticas, que incluía una serie de objetos que a primera vista eran iguales: un túnel de tren hecho a escala, conectado mediante una repisa curva a una marina pintada. Todo ello sobre el muro. Por esta repisa curva que se conecta con el paisaje pintado se desplazaba progresivamente a través de las 14 estaciones un “barquito”. La única diferencia era que de la primera estación iba saliendo el barquito, en la segunda avanzaba con poco más y así sucesivamente. Frente a cada una de las estaciones había un trípode con una “maquinita” arriba, una proyectora especial, con dos características singulares: tenía el ventilador al lado y un pequeño motor que hacía que la proyección pulsara, se moviera. Esta proyectaba sólo palabras en el muro, distintas en cada estación, que correspondían a 14 nombres de figuras retóricas del lenguaje como por ejemplo hipérbole, sinécdoque, metáfora, metonimia, elipsis… Este mismo trípode tenía un brazo articulado con una ampolleta, que iluminaba el número romano que tenía cada estación. Todo esto tiene una doble lectura, que todo está sostenido por vía crucis. Otra parte importante de la obra era la transformación del espacio de la galería en una especie de construcción egipcia. La entrada a la segunda sala fue cerrada dejando sólo una abertura por donde cabe una persona. “Esta entrada obliga a cambiar de actitud, a detenerse antes de entrar. Quiero que sea una obra íntima, de gabinete, como obra de cámara. Si fuera una ópera de Wagner, esto sería un cuarteto”, dijo Gonzalo Díaz. “Este fue un proyecto que solicité a Gonzalo Díaz, a pesar de su muestra el año pasado en el Museo de Bellas Artes, puesto que nos interesa que la Galería Gabriela Mistral sea campo de exploración y laboratorio para artistas jóvenes y también para consagrados de la escena nacional e internacional. Creo que la muestra sorprenderá por sus matices e inteligente resolución visual”, señaló Luisa Ulibarri, entonces Directora de la Galería. Además, agregó, se dio la feliz coincidencia de que el proyecto obtuvo la beca FONDART 98. A juicio de Díaz, la obra puede tener muchas interpretaciones, agregando que no vale la pena citar algunas. “Creo que todas esas señales dan cuenta de algo, aunque uno más o menos empieza a amarrar cosas. Tiene algo de juguete. El subtítulo “ad us um Delphini” que significa para uso del Delfín que era el hijo del rey de Francia, hoy ha llegado a significar varias cosas: una obra para niños, otra para el hijo del rey que es una obra muy delicada, compleja y refinada; otra interpretación usada es que es una obra banal, estúpida, porque se cree que los niños son estúpidos. En todo caso esto tiene todos estos sentidos. Tiene algo de pueril, de estúpido y de refinado al mismo tiempo”. El destacado filósofo Pablo Oyarzún, en el catálogo que se entregó a fines de octubre de ese año, señaló que “el interés de Díaz en este esquema es, ante todo, formal. No hay consideraciones de fondo sobre su plétora de significado, ni tampoco se exploran sus asociaciones e implicancias de sentido. Mientras en el Vía Crucis de la devolución popular cristiana cada estación marca undistinto hito en el itinerario doliente de Cristo, desde su condena hasta su muerte, Díaz repite invariablemente un mismo motivo en cada una de ellas. En el tratamiento que le depara Díaz, dice, el esquema extrae su poder de interpelación de la estricta serialidad como de un efecto de conjunto que sólo queda rubricado por la numeración y por precisas simetrías, o es apenas desmenuzado por un accidente menor”.