Transformaciones de lo mismo

Magdalena Atria y Livia Marin
Mayo 2004

Lo cotidiano es uno de los grandes temas que protagonizan la escena artística actual. TRANSFORMACIONES DE LO MISMO se formula dentro de dicho contexto, donde tanto la elección del objeto cotidiano como su manipulación son elementos fundamentales de los trabajos en exposición. Aunque los trabajos de Atria y Marin no tienen similitud evidente entre sí, comparten aspectos como el interés por el proceso constructivo de la obra y su materialidad. El trabajo de Atria y Marin intenta replantear los límites entre objeto y material, en ellos el objeto se transforma en material y viceversa, se altera su funcionalidad pero se conserva sin embargo un vínculo con su uso original. Sus obras comparten la posibilidad de una lectura múltiple: si bien los trabajos ingresan a un campo de lectura específico vinculado al contexto artístico, no se cierran por ello a la mirada del espectador común. Con una factura precisa y rigurosa, el trabajo da cuenta de su propio proceso de construcción manual. A pesar de plantearse desde las propiedades físicas de los objetos y la experiencia corpórea del espectador, las obras no se sostienen simplemente sobre una nostalgia por lo escultórico. Más bien, su intención es detenerse frente a lo más cercano, a nuestro espacio en común con los objetos y materiales cotidianos. La reiteración del acto constructivo–torneado y moldeado en el caso de Marin, corte y pegado en el caso de Atria- va generando una complejidad creciente que se carga de sentido, replanteando nuestra relación con estos elementos cotidianos desde las propias cualidades que los definen. Magdalena Atria lleva tiempo trabajando en torno a la materialidad de la pintura, abandonando los medios tradicionales para construir obras a partir de la plasticina como material pictórico. Rescata la plasticina como material familiar junto a su carga de materia prima no tecnologizada y, al mismo tiempo, toma ventaja de su maleabilidad y posibilidad de constante mutación. Atria construye una nueva situación más cercana al campo de la pintura que al contexto artesanal y objetual original del material. Su afán de reinventar el material se traduce en el uso del color como materia, no solo como pigmento, produciéndose así una sincronía entre superficie, corporeidad y pigmentación. Paralelamente, Livia Marin viene desarrollando un trabajo protagonizado por el objeto y su colocación. El interés de Marín se centra en objetos de uso diario. A modo de rescatar el objeto del anonimato, su trabajo manipula aspectos formales tales como apariencia, material y escala, desplazando el análisis a nociones como igualdad/diferencia uniformidad / particularidad, multiplicidad / singularidad. De este modo se acerca la situación y estado del objeto común al campo de lo escultórico.