Lugares invisibles

Alejandra Munizaga
Marzo 2001

Arquitecturas de silencio interior, transparencias poéticas, luz natural contrastada con la frágil silueta de objetos cotidianos como una ampolleta azul, una silla, una mariposa, vidrios quebrados, plumas, pétalos, la silueta de un árbol otoñal, establecen un juego entre lo lleno y lo vacío, lo frágil y lo sólido, lo interior y lo exterior, le presencia y la ausencia, en habitaciones donde siempre está la huella humana. Como señala el curador, escritor e historiador norteamericano Pepe Karmel en el catálogo, “las habitaciones de Munizaga se transforman en lugares donde los hombres y mujeres se visten y desvisten, se sientan a cenar o a discutir, hacer tiempo antes de partir, o esperar que el otro regrese. Sus cuerpos están ausentes, pero permanecen las huellas de la vida diaria”. Claudia Missana, artista chilena y también una de las escritoras del texto en el catálogo de esa muestra, ubica entre el cuerpo y la casa los espacios donde se instala el trabajo de Alejandra Munizaga para tensionar la relación de lo privado y lo público. “La acción de desarmar y rearmar el lugar de exhibición, es la forma en que ella coloca en estado de riesgo esta noción de límite, señala Missana, agregando que las ambientaciones de Alejandra Munizaga invitan a explorarlas y perderse como en un laberinto. Luces y sonidos o elementos cotidianos, son incorporados como acertijos o enigmas en el recorrido.