Objetos y procesos

Enero 1994

Esta exposición de alumnos del Instituto de Arte Contemporáneo no es una muestra de obras terminadas, cuyo objetivo sería exhibirlas como meta final del circuito artístico. Como lo indica el título de la exposición se trata de procesos, de etapas recorridas, de caminos que los alumnos van trazando, pero sin demarcaciones definitivas, sin cierres que clausuren el espacio caminado. Lo que se persigue es mostrar itinerarios de aprendizaje en donde la enseñanza actúa como guía orientadora. Toda enseñanza, a mi juicio, debe abrir y no cerrar puertas, porque si el verdadero sujeto del proceso es el alumno (no sólo el arte), la labor docente no tiene otra finalidad que contribuir al descubrimiento y desarrollo de las capacidades de aquél. Por cierto que el profesor puede fijar pautas, metodologías y objetivos con el fin de armar y estructurar su taller, y lo hace desde su propia experiencia como antiguo alumno de arte y hoy como docente; al fin y al cabo aprendió antes y acumuló experiencias que ahora transmite a sus alumnos. Pero este traspaso no es “haz lo que yo hago” o “pinta lo que yo pinto”, sino que “aprende lo que yo aprendí, pero no lo asimiles pasivamente, sino que somételo a la reflexión y al juicio crítico”. La enseñanza artística no es fácil debido a la complejidad del arte, al uso de lenguajes no codificados de una vez para siempre, lo que hace mucho más exigente el protagonismo activo del alumno. Esto se traduce en despertar y poner en juego la capacidad imaginativa, el poder de invención , la maniobrabilidad para ejercitarse en los múltiples recursos que hoy existen para capturar una imagen, desde la manualidad tradicional con el pincel, el cincel o el lápiz, hasta el empleo de multimedias y de los recursos técnicos y electrónicos que revolucionan hoy la reproducción de la imagen. Y todo esto al interior de un (tercer) mundo como el nuestro que clama por modernizarse, hecho que no puede soslayarse en la enseñanza del arte; no sólo para apropiarse creativamente de sus aportes, sino que también para valorarlos críticamente; si en verdad queremos alumnos no conformistas, con conciencia crítica, con audacia para no dejarse arrastrar por el lugar común por el consenso fácil, por las convenciones sociales, o haciéndole el juego a los que quieren reutilizar la mirada y domesticar el pensamiento